Cuando pensamos en los lugares más sucios de una casa, la mayoría de personas señala automáticamente el inodoro o el piso del baño. Sin embargo, diversos estudios científicos y análisis microbiológicos han revelado que muchos de los objetos que usamos a diario, y que rara vez limpiamos, pueden tener una carga bacteriana mucho mayor. Esponjas de cocina, tablas de picar, perillas de puertas, teclados, celulares, controles remotos y hasta las manijas del refrigerador son verdaderos focos de gérmenes que muchas veces pasan desapercibidos.
Estos objetos están en contacto constante con las manos y otras superficies, pero pocas veces son desinfectados correctamente. Además, muchos de ellos tienen condiciones perfectas para que las bacterias se multipliquen: humedad, restos orgánicos y temperaturas estables. Algunos estudios han detectado la presencia de bacterias como E. coli, Salmonella y Staphylococcus aureus en niveles alarmantes en estos puntos “olvidados” del hogar.
Por eso, más allá de limpiar lo que se ve sucio, es fundamental adoptar una rutina de desinfección preventiva, enfocada en las superficies que tocamos con frecuencia. Cambiar y desinfectar regularmente las esponjas, limpiar los interruptores, desinfectar el celular y ventilar bien los espacios, son prácticas sencillas que marcan una gran diferencia. Recordar que lo que no se ve también puede afectar tu salud es clave para una limpieza verdaderamente efectiva.
